sábado, 30 de septiembre de 2023

Sebastián Castella se vacía en la tarde de su primera Puerta del Príncipe

 

Sebastián Castella. Foto: Arjona / Pagés


Sebastián Castella ha pasado arrollando por Sevilla. Esa plaza que se le resistía. En la que por un motivo u otro no llegaba a entrar o a cuajar esa faena que le pusiera en sus manos las llaves de esa la Puerta del Príncipe que tanto anhelaba. A sus 23 años de alternativa y en la temporada de reaparición, el diestro francés más maduro y artístico, ha plasmado una de sus mejores tardes. Porque al final los sueños están para vivirlos.

Sus compañeros de cartel, Alejandro Talavante y Roca Rey, se enfrentaron a la otra cara de la moneda con un encierro desigual de Victoriano del Río en el que los dos astado de alto nivel se los llevó único triunfador del festejo.

Abrió plaza “Impuesto”, un toro con cuello y bien hecho, que pasó de largo de la capa de Sebastián Castella, pero aflorando ya la falta de fuerzas. Al caballo entró defendiéndose y perdiendo las manos por lo que el palco decidió devolverlo.

Explosivo fue el saludo del diestro francés al sobrero de Victoriano del Río. “Soleares” metió la cara con ritmo en cada una de las verónicas de mano baja ejecutadas por Castella, que combinó con tres ajustadas chicuelinas, la media y una rebolera. Acudió con prontitud al caballo, donde se entregó. Talavante dejó como carta de bienvenida un quite por verónicas que culminó con una serpentina. Con los rehiletes estuvieron magistrales tanto José Chacón como Luis Blazquez, que saludaron, sin olvidar la buena lidia de Viotti. Fue el propio Chacón el protagonista del brindis de su matador.

Comenzó la labor genuflexo en el tercio muy torero para ligar con naturales. Las siguientes tandas con la diestra fueron de largo metraje y con ligazón. Cuando tomó la zurda hubo más cadencia en los muletazos. El toro mantuvo la clase y la raza en una faena muy sentida de Castella, que firmó por manoletinas. Acertó con el estoque en el segundo encuentro y paseó la primera oreja.

“Digno”, un cuarto con mucha seriedad, sería el encargado de llevar a la gloria a Sebastián Castella. Se encontró frente a un toro encastado, pero exigente con el que nunca volvió la cara. Lo recibió con verónicas templadas ganándole terreno. El francés muy seguro y asentado se adueñó del escenario desde la primera tanda con la diestra. A ella le siguieron otras por el mismo pitón con encaje, profundidad y despaciosidad. El de Victoriano del Río no paró de repetir y el torero se rompió por bajo. No es difícil aventurarse a decir que ha sido su mejor faena en el Coso del Baratillo. Lo mató de una estocada que le valió las dos orejas.

“Casero”, un segundo altote, hizo el avión en las verónicas que dibujó encajado Alejandro Talavante. Se empleó en el peto y le permitió lucirse a Roca Rey en el quite por chicuelinas. Con los rehiletes, Miguel Murillo y Manuel Izquierdo clavaron pares meritorios. Inmóvil a pies juntos comenzó por alto el extremeño. Lo que el burel prometió en los primeros tercios se transformó en un espejismo. Sólo una tanda duro, perdiendo fuelle y sin poder repetir. Talavante estuvo muy firme, planteándole bien las telas, pero sin llegar el trasteo a los tendidos.

“Barbuquejo”, con la divisa de Toros de Cortés, salió defendiéndose y sin querer tomar el capote de Talavante. Fue un toro muy deslucido y descastado con el que el extremeño optó por abreviar.

Hasta el centro del platillo se fue Roca Rey a por “Maleado”, que rehusaba de los capotes. Metió bien la cara en los lances de probatura y el peruano dejó una media y una chicuelina con gran suavidad. El de Victoriano del Río manseó en el tercio de varas, buscando la puerta de chiqueros. En los medios lo citó, viniéndose con genio y emoción. A base de mando se impuso en las distancias cortas aprovechando esas acometidas por el pitón derecho que le regaló en las primaras tandas. Pronto echó el freno, dejándolo sin opciones al lucimiento.

Cerró la tarde “Soleares”, de mismo nombre que el buen sobrero que hizo primero, pero con un juego totalmente diferente. El astado no se empleó en el recibo, manseó y correteó de un lado a otro en el tercio de varas. Roca Rey estuvo muy por encima de las condiciones de su oponente. Lo metió en la muleta pronto, tirando de él hacia adelante con templanza, aunque nunca terminó de romper. El peruano prosiguió metido entre los pitones con bastante eco en los tendidos. Dos pinchazos emborronaron lo que pudo ser una oreja.

 

 

Ficha del festejo:

Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Vigésimo tercera de abono. Cartel de “No hay billetes”. Toros de Victoriano del Río, el 1º como sobrero, y de Toros de Cortés (5º), bien presentados, pero desiguales de juego. 1º bis, con ritmo y clase; el 2º, con fijeza, pero falto de fuerzas: 3º, manso con genio; 4º, encastado y exigente; 5º, deslucido y descastado; 6º, manso.

Sebastián Castella (de fucsia y oro), oreja y dos orejas.

Alejandro Talavante (de malva y oro), silencio y silencio.

Roca Rey (de caldera y oro), silencio y palmas.

Incidencias: Saludaron tras banderillear José Chacón y Luis Blázquez en el primero; Miguel Murillo y Manuel Izquierdo, en el segundo.


viernes, 29 de septiembre de 2023

La esencia de Aguado impregna Sevilla con una faena para paladear

 

Pablo Aguado. Foto: Arjona / Pagés


Un cartel de toreros artistas, muy del gusto de Sevilla, abría la Feria de San Miguel con el primer “No hay billetes” que se espera durante el ciclo. El público recibió a la terna con una ovación, aunque fue Morante, que reaparecía tras más de dos semanas en el dique seco, el que la compartió con sus compañeros. Como es casi habitual, al torero cigarrero no le tocó ninguno de los dos toros de Hermanos García Jiménez que permitieron el lucimiento. Fue el otro sevillano, Pablo Aguado, el que realizó lo más notorio del festejo. Una faena para paladear con personalidad y temple, de esas difícil de olvidar. Por su parte, Manzanares, no tocó pelo por la espada.

Saludó Aguado por el palo tradicional a “Derribado”, que embistió sin brío. Fue la nota disonante del recital que daría el torero de Sevilla con el capote. Tras el primer puyazo, dibujó un quite por chicuelinas en el centro del platillo que tuvo exquisitez y armonía. Ahí no quedó todo. Realizó un segundo quite tras el paso por el caballo con unas verónicas con gran despaciosidad. En el prólogo de la obra fue a media altura, con una naturalidad excelsa, que cerró con una trincherilla para enmarcar. Aguado fue cincelando muletazos a cámara lenta con sutileza y verticalidad con la diestra. Por el izquierdo, aunque el astado hizo el amago de rajarse, lo mantuvo a base de cadencia en cada uno de los naturales. La faena fue de más a menos, no por la calidad artística de la que gozó, sino porque el de Matilla se vino abajo sin poder acompañar al torero en tan altas cotas en las que estaba rodando. Abrochó con una estocada y paseó el único trofeo del festejo.

Cerró plaza “Descreído”, que fue muy protestado ya que perdió en varias ocasiones las manos por la notoria falta de fuerzas antes de llegar a la muleta. Aguado lo sostuvo en ella porque el de Olga Jiménez tenía un fondo de bravura, pero era incapaz de ir hacia adelante. El sevillano lo llevó con dulzura a media altura para finalmente tener que abreviar.  

“Principal”, un toro bien hecho, no se empleó en el saludo de Manzanares, apretando por el pitón izquierdo. La misma tónica se vivió en el tercio de varas, donde se le cuidó mucho. El alicantino comenzó por doblones con mucha seguridad, mientras que su oponente respondió embistiendo con emoción. Lo sometió desde la primera serie con la diestra por abajo, haciendo sonar los acordes de la Banda de Tejera. En las siguientes, brilló la ligazón, aunque faltó por momentos ajuste. Tomó la zurda, por donde el de García Jiménez tuvo ritmo, pero decidió continuar para rematar la faena por el pitón derecho. Una actuación muy medida con un toro que fue a más. Tenía la oreja en sus manos, pero un pinchazo previo hizo que todo quedara en una ovación.

Al quinto, del hierro de Olga Jiménez, lo lanceó en los medios Manzanares, pasando de puntillas por la sosería del animal. “Carcelario”, que llegó a derribar al picador, pasó de puntillas por el tercio de varas. El alicantino buscó el camino para que el animal empujara hacia adelante, pero no lo encontró. Por el pitón derecho se desplazaba sin transmisión, mientras que por el izquierdo le costaba más. Culminó con una estocada.

“Veraneante”, un toro alto y de bellas hechuras, saltó al ruedo desentendido. Pasó de largó del capote de Morante de la Puebla, pero cuando se fijó en él le plasmó un ramillete de verónicas cargadas de clasicismo. Le fue ganando terreno hasta llevárselo a medios para firmar el saludo con una media de estampa. Una apertura incendiaria que a la postre resultaría ser lo más destacado de la tarde del sevillano. El de García Jiménez se pegó una fuerte voltereta a la salida del primer encuentro con el picador, algo que lo mermó más si cabe ya que evidenciaba la falta de raza y de fuerzas. Galleando por chicuelinas volvió a colocar al toro en el caballo. Inició la labor el sevillano por estatuarios con mucho ajuste. Prosiguió fuera de las rayas de picar con una serie con la diestra en la que hubo dos muletazos notables de mano baja. Pese a que lo mimó en todo momento, el del hierro de Matilla rehusó la pelea y Morante tuvo que irse a por el estoque. Lo pasaportó de un pinchazo hondo.

A “Caramelo”, que hizo cuarto, lo lanceó en los medios sin alcanzar el lucimiento por la falta de empuje del animal. El diestro cigarrero puso todo de su parte, pero la falta de raza del astado de Olga Jiménez era demasiado evidente. Ante la falta de opciones para el triunfo, terminó por abreviar.

 

Ficha del festejo:

Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Vigésimo segunda de abono. Cartel de “No hay billetes”. Toros de Hnos. García Jiménez (1º, 2º, y 3º) y Olga Jiménez, (4º, 5º y 6º), desiguales de presentación y juego. El 1º, escaso de raza y fuerzas; el 2º, con movilidad y emoción; el 3º, con humillación y clase; el 4º, desrazado y con nobleza; el 5º, falto de raza y transmisión; el 6º, con ritmo, pero sin fuerzas.

Morante de la Puebla (de grana e hilo blanco), silencio y silencio.

José María Manzanares (de sangre de toro y oro), ovación con saludos y palmas.

Pablo Aguado (de azul azafata y oro), oreja y silencio.


miércoles, 27 de septiembre de 2023

¿Cuántos rabos se han cortado en La Maestranza? (Parte II)

 


La rivalidad entre Manolete y Pepe Luis Vázquez en 1941 fue notable. Aunque días antes se hablaba de las dos orejas de Pepe Luis en Sevilla, el 20 de abril Manolete consigue los máximos trofeos. “Don Fabricio” en su crónica narró que “las campanas de Córdoba, plañideras porque había muerto Guerrita, trocaron ayer el afligió son en alegre repique de gloria, porque Manolete, legítimo sucesor de aquel coloso, superó hasta la sublimidad el memorable arte de su ascendente. No alcanza nuestro recuerdo nada semejante: de tanta justeza y elegancia, de tal calidad como la faena del cordobés al séptimo de Villamarta. Manolete, con la magia de su toreo señor, amuló a Josué y detuvo el tiempo en el reloj de la Maestranza, cuyas pasmadas manecillas quisieron guardar la hora inicial del acontecimiento”. El otro festejo triunfal tuvo lugar el 29 de junio en el que el novillero Manolo Martín Vázquez le cortó los dos rabos a su lote de Benítez Cubero.

En 1942 asomó hasta en tres ocasiones el tercer pañuelo por el palco. El primero llegó el 4 de junio durante la Corrida de la Prensa. Se lidiaron toros de Núñez para El Andaluz, Antonio Bienvenida y, el triunfador, Manuel Jiménez “Chicuelo”. “Don Fabricio” en El Correo de Andalucía señaló que "Chicuelo, ayer, dio una lección a la juventud que desprecia a lo viejo. Cuando se tiene la solera tan rancia y tan sabrosa que Manolo posee, cuando se entrega tan de lleno como ayer la entregó Chicuelo para que la saborease, a los jóvenes sólo les toca aprender… para ver si se les pega algo de ese aroma tan único". El segundo, de un animal de Juan Pedro Domecq, fue a parar a manos de Domingo Ortega el 12 de octubre en la Corrida de la Cruz Roja. Y el último se otorgó el 15 de noviembre a Rafael Gallito en un festival en homenaje a la Macarena.

En 1945 Armillita corta el segundo rabo de su trayectoria en la Maestranza. Fue el 3 de junio en la Corrida de la Prensa a un toro de Manolo González Contreras y compartió cartel con Domingo Ortega y Pepe Luis Vázquez. Los otros dos se concedieron en el festival que se programó para el 28 de octubre. Los triunfadores fueron Carlos Arruza y Álvaro Domecq, primer rejoneador en conseguirlo.

En la segunda mitad de esta década comienzan a escasear este trofeo. Tan solo en tres festivales se produce este hecho: el 22 de diciembre de 1946 en el que se celebró a beneficio del Ateneo y el rabo recayó en Antonio Bienvenida; otro para Manolo González el 28 de noviembre de 1948 en el organizado en homenaje al barrio de Triana; y el último lo logró Juan de Dios Pareja Obregón el 9 de diciembre de 1949 que fue en honor a la Patrona de la Aviación.

En 1950 en el festival realizado por la misma festividad, Manolo González paseó uno y otro Luis Miguel Dominguín con la peculiaridad de que ese día toreó a caballo. En el año posterior, el novillero Antonio Cobo cosecha el mismo triunfo el 21 d octubre con ganado de Hidalgo Martín.

La temporada de 1952 se compuso por un gran número de festejos pero los máximos trofeos se otorgaron en festivales o corridas benéficas. El primero de ellos se concede el 12 de febrero en el celebrado para la Hermandad del Rocío de Triana. Fue para un novillero de nombre Salvador Távora, que posteriormente se convertiría en dramaturgo. El mes siguiente lo alcanzó Domingo Ortega en el festejo del Montepío de la Policía. En octubre destacan tres fechas. El 1 de octubre tiene lugar un festival homenaje a Rafael El Gallo por su 50 aniversario de alternativa. Domingo Ortega, César Girón y Domingo dos Santos pasearon un rabo cada uno. Para esta ocasión, estuvieron en el palco Juan Belmonte y Machaquito. El día 12 se dispuso una brillante corrida a favor de la Cruz Roja. Se lidiaron toros de Manolo González y Salvador Guardiola en la que Dominguín sumó tres orejas, Ordóñez dos y el rabo fue para Rafael Ortega. La semana siguiente tuvo lugar el del Ateneo consiguiendo el mismo premio Manolo González.

En el 53 solo se recoge uno y fue para Domingo Ortega, de nuevo en un festival, el 15 de febrero. El 54 tuvo como protagonista a César Girón. No fue solamente el primer torero venezolano en logar un rabo en el coso del Baratillo, sino que esta proeza la repitió en dos corridas seguidas: una el 27 de abril a un toro de Cobaleda y la otra, el 29 con uno de Guardiola. Dos años después, fue Rafael Ortega ante un Miura y del que destacaron las crónicas de la época la gran estocada que le recetó calificándola en muchos casos incluso como la de la Feria.

En la década de los 60 se registran tres más. El día de la Inmaculada de 1960 lo hace Miguel Mateo “Miguelín” en el festival a beneficio de la Vejez del Torero. El 20 de abril de 1964 llegó la revolución a Sevilla con Manuel Benítez “El Cordobés”. “Don Fabricio II” narró en su crónica para ABC que “El Cordobés ha sido ayer el protagonista de un suceso tauromáquico, que habrá que llenar toda una página áurea en la particular historial del soso hispalense. Su valor sereno y consciente y su personalidad única, arrolladora, han brillado con riquísimos colores en la tarde más completa de cuantas hemos visto al arrebatador torero, en una actuación difícilmente superable, de una enjundia como para convencer a los más furibundos detractores del espada, quien ah toreado de verdad sin detrimento de la parte espectacular de su repertorio”. En esa corrida de Núñez también obtuvo un apéndice Diego Puerta. El diestro sevillano fue el siguiente en sumarse en este palmarés en la Feria del 68 con ganado de Marqués de Domecq. Junto a él cortó una oreja Antonio Ordóñez y remató el cartel Curro Romero.

En 1971 Francisco Ruiz Miguel se convirtió en el último matador del siglo XX que logró esta hazaña. Fue un 25 de abril y se anunciaron un toro de Bohórquez, al que desorejó el propio Fermín Bohórquez, y seis de Miura para Andrés Hernando y Florencio Casado “El Hencho”.

Cabe destacar que Ruiz Miguel entró en este cartel sustituyendo a Limeño. Un día antes, Ángel Peralta había sido premiado con cuatro orejas y un rabo. Los astados de Urquijo permitieron el triunfo de Rafael Peralta que obtuvo dos orejas y Álvaro Domecq y José Samuel Lupi, una.

El último rabo hasta la fecha data del 26 de mayo de 1999 en la matinal de rejones y fue para Pablo Hermoso de Mendoza. Antonio Lorca para El País apuntó al respecto que “la labor de Pablo Hermoso de Mendoza había sido completísima, y combinó el valor, la ortodoxia, la espectacularidad, la emoción, la variedad, el sentimiento, la seguridad y el dominio más absoluto. Todo un compendio de arte y valor capaces de provocar la máxima emoción”.

 

 

Fuentes:

El libro de oro de la Maestranza de ABC, 1996.

https://plazadetorosdelamaestranza.com/

https://www.portaltaurino.net/

“Rabos cortados en Sevilla en el siglo XX”, Sevillatoro, Carlos Crivell, 7-5-2010

https://sevillatoro.es/rabos-cortados-en-sevilla-en-el-siglo-xx/

“Pablo Hermoso de Mendoza corta un rabo”, El País, Antonio Lorca, 25-4-1999

https://elpais.com/diario/1999/04/26/cultura/925077613_850215.html

martes, 26 de septiembre de 2023

¿Cuántos rabos se han cortado en La Maestranza? (Parte I)

 

Morante de la Puebla. Foto: Arjona / Pagés


A las puertas del inicio de la Feria de San Miguel, se cumplen cinco meses de la tarde histórica del 26 de abril en la que Morante de la Puebla le cortara el rabo a “Ligerito” de Garcigrande. Tuvieron que pasar 52 años para que un matador de toros volviera a lograr este hecho excepcional. No obstante, siete meses antes un joven prodigio de la Tauromaquia, Marco Pérez, paseó los máximos trofeos de un eral de Jandilla en el festival del 12 de octubre.

Aunque en las últimas décadas no han sido prolíferos los rabos, incluso las nuevas generaciones no habían conocido ni vivido en Sevilla un suceso de esta índole, en el siglo pasado son numerosos los que se obtuvieron entre corridas de toros y rejones, novilladas y festivales.

El 1 de mayo de 1919 Juan Belmonte paseó el primer rabo de un toro de Concha y Sierra. Aquella tarde compartió cartel con Rafael El Gallo, Gaona y Manolo Belmonte. Como curiosidad, ese mismo día en la Monumental José Gómez “Gallito” obtuvo el mismo premio. Para volver a ver cortar un rabo en el coso del Baratillo tuvieron que pasar cinco años. El día de San Miguel de 1924, Manuel Jiménez “Chicuelo” cortó el siguiente. Los astados fueron de Pérez de la Concha y se anunció con Antonio Posadas y El Litri.

El año 1925 tuvo un nombre propio: Juan Belmonte. El Pasmo de Triana cortó hasta tres rabos en tres corridas diferentes. El primero llegó el 11 de junio, festividad del Corpus, de un toro de Félix Suárez. Esta efeméride se recordaría también como el día en el que tomó la alternativa Cayetano Ordóñez “Niño de la Palma”, actuando como padrino Pepe El Algabeño. El segundo cayó a sus manos el 29 de septiembre. El cartel lo completaron Chicuelo y Pepe Belmonte con reses de Peñalver. Este último torero también estuvo presente en la tercera fecha señalada. El 1 de noviembre Belmonte volvió a triunfar frente a un toro de Urquijo. El tercer actuante fue Antonio Márquez.

En 1926 se repitieron circunstancias similares. Juan Belmonte paseó un rabo el 28 de septiembre en un cartel compuesto por Chicuelo y Valencia II con ganado de Moreno de Santamaría; y otro el 24 de octubre a un animal de Urquijo, haciendo el paseíllo junto con el rejoneador Simao de Veiga y Antonio Márquez y Marcial Lalanda.

La racha triunfal de Belmonte continúa en 1927. En la Corrida de la Prensa celebrada el 29 de septiembre el sevillano obtuvo cuatro orejas, dos rabos y una pata de los toros de Pérez de la Concha. Chicuelo y Niño de la Palma fueron los testigos de los hechos.

En abril del 28, Pepe El Algabeño se convirtió en el triunfador. El día 8 cortó un rabo a un astado de Curro Molina en el día de la alternativa de Mariano Rodríguez y dos más el 21. El último de esa temporada fue para Chicuelo el 28 de octubre en un mano a mano con Curro Puya con ganado de Moreno de Santamaría.

El 20 de abril de 1930 Andrés Mérida celebra una alternativa histórica al obtener dos orejas y rabo. Su padrino fue Chicuelo y su testigo, Cagancho. El 22 de abril del año siguiente, Manolo Bienvenida consiguió los máximos trofeos de un toro de Conde de la Corte. Lo acompañaron aquella tarde Marcial Lalanda y Cagancho.

El primer novillero en entrar en este palmarés fue Diego de los Reyes el 21 de abril de 1932. Se acarteló Juanito Jiménez y Laínez, que también logró un apéndice de las reses de Esteban González. A finales de esa misma temporada, Fermín Espinosa “Armillita” se proclamó como el primer mexicano en engrosar esta lista. A ella se sumó el 19 de abril de 1934 Rafael El Gallo en un festejo en el que se lidió la ganadería de Torre Abad y participaron también Cagancho, Domingo Ortega y Diego de los Reyes. Concluye el año sumando uno más Juan Belmonte el 28 de octubre ante toros de Clairac.

En 1936, aunque estaba a punto de estallar la Guerra Civil, Sevilla vivió uno de sus años más glorioso en cuanto a triunfos a pesar del reducido número de festejos que se celebraron. Se inauguró la temporada el Domingo de Resurrección 12 abril con una novillada que fue apoteósica, ya que tanto Pedro Ramírez “Torerito de Triana” como Pascual Márquez cortaron un rabo cada uno.

Tras ese gran éxito, el 21 de abril repitieron con una extraordinaria novillada de Juan Belmonte en la que pasearon los máximos trofeos e incluso Márquez sumó una pata. Además, tanto Diego de los Reyes como Rafael Gallito desorejaron a sus oponentes. Un día antes, fue Manolo Bienvenida el que cortó el rabo ante un toro de Joaquín Murube.

Capítulo aparte merece el festival celebrado el 18 de octubre de ese mismo año, que fue en homenaje al Ejército Español. Se cortaron un total de cuatro rabos por parte de Manolo Bienvenida, Domingo Ortega, Pascual Márquez y Juan Belmonte (sería el último de su carrera en Sevilla). Aquel día dejó estampas para el recuerdo como la muleta de Bienvenida con la inscripción de ¡Viva España!

Manolo Bienvenida

Ya metidos en el conflicto bélico, en la temporada del 37 se resintió más el número de festejos. El 14 de febrero se programó un festival en el que de nuevo Domingo Ortega se llevó los máximos trofeos. El 24 de abril Pascual Márquez se encerró con seis novillos de Murube para despedirse con éxito de su etapa novilleril. Paseó los dos apéndices de su primero y el rabo del quinto. El último que se otorgó ese año cayó en manos de Manolo Bienvenida el 6 de mayo. En el año siguiente, el único que concedió fue para el novillero Torerito de Triana el 15 de mayo frente a un animal de Carmen de Federico.

Con un país que intenta levantarse después de la guerra, vuelven a celebrarse más espectáculos taurinos. En 1939 fueron cinco los rabos que se otorgaron. El primero fue para Pepe Bienvenida el 9 de abril, Domingo de Resurrección, con toros de Albaserrada. El 23 de ese mismo mes y con novillos de Escudero Calvo, Luis Mata lo recibe y a cambio cae herido. En la novillada del Corpus, Albaserrada de nuevo le da el mismo triunfo a Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”. Un mes más tarde, en la Corrida de la Prensa las miradas estaban puestas en un joven cordobés que tomaba la alternativa como era Manuel Rodríguez “Manolete”. Pero en esta ocasión Chicuelo acaparó todas las crónicas al conseguir los máximos trofeos. Siete días después, el 9 de julio, conquistó Sevilla un novillero del barrio de San Bernardo. Pepe Luis Vázquez, se llevó hasta dos patas de aquel novillo de Braganza.

Sandra Carbonero