jueves, 19 de mayo de 2022

Pepe Luis Vázquez, el garbo y la clase sevillana, celebra 80 años de alternativa


Corría el año 1921. La temporada había finalizado con Manuel Granero como líder del escalafón. Sería la última antes de la tragedia de Madrid. El invierno caía sobre una Sevilla que continuaba con el corazón roto por la muerte de Joselito. En las vísperas de la navidad, nacía en un hogar humilde y torero del barrio de San Bernardo, Pepe Luis Vázquez.

Por su sangre corría la tradición taurina. Su abuelo Francisco Vázquez “Vázquez Chico” fue banderillero y su padre José Vázquez Roldán quiso ser torero. Pero la saga de los Vázquez se perpetuaría en la historia con Pepe Luis y su hermano Manolo.

El matadero sevillano, lugar de trabajo de su padre, fue el epicentro de su vocación. Este enclave resultó primordial y necesario para los toreros de aquella época. En una entrevista de 2002 para el periódico ABC, Pepe Luis aseguró al respecto que “era una especie de escuela taurina, pero sin ser permitida. Toreábamos a escondidas a las reses que iban a parar allí”. Y así comenzó todo.

No tardó mucho en manifestar su valía en público. Su meritoria demostración en la finca “El Quintillo” le otorgó la posibilidad de matar dos becerros en una encerrona en la Maestranza frente a la intimidad de unos buenos aficionados como espectadores. El sevillano los cautivó.

Era el comienzo de la Guerra Civil. Escaseaban los festejos en esas fechas. El 18 de julio de 1937, Pepe Luis Vázquez se viste de luces por primera vez en Algeciras. Lo hace alternando con Antonio Bienvenida y becerros de Gallardo. Un mes después, se acarteló en Sevilla con Paquito Casado pero la suerte no lo acompañó en su debut en su plaza. El 29 de mayo del siguiente año volvió a hacer el paseíllo en la Maestranza junto con Titi y Mariano Méndez. Fue el día que lo cambió todo. Cossío dice de aquella tarde que “Pepe Luis realiza una extraordinaria labor; labor de torero cuajado que aviva viejos entusiasmos y enciende la llama de la discusión en la calle”. Juan María Vázquez en su crónica de ABC lo describe como “clase, salero, arrojo, sangre fría, armonizaron en cuanto hizo, torero y garboso, ese rubillo adolescente que se llama José Luis Vázquez, y viene de la collación de Cúchares”.

Una semana después, el 5 de junio, repite debutando con picadores en un cartel de relumbrón ya que lo acompañaron Manolote y Calderón con novillos de Gallardo. Vuelve a escribir Juan María Vázquez para ABC sobre él que “todo lo que hizo fue de torero, y en todo presidió el ademán castizo. Nada rebuscado, de quien es artista antes por el merecimiento que por la enseñanza”. Pepe Luis ratificó aquellas impresiones en todas las plazas en las que pone un pie. Desde Córdoba, Huelva, pasando por Salamanca hasta Zaragoza y sin olvidar el rabo y la pata que cortó el 3 de julio en el coso del Baratillo a un animal de Benítez Cubero.

La temporadas de 1939, que concluyó con 57 novilladas, fue la de su presentación en Madrid. Este hecho se produjo el 13 de julio con novillos de Domingo Ortega junto con Mariano García y Félix Almagro. Un día trágico pues Capirote le infringió una cornada a este último espada que le causó la muerte. Las pinceladas de color de las crónicas de aquel día se las llevó Pepe Luis. “Giraldillo” en ABC lo calificó como “as de la baraja de novilleros y esperanza de la fiesta” y prosigue afirmando que “a Pepe Luis Vázquez hay que medirlo de cejas arriba; es torero de cabeza, entre José y Chicuelo”.

El 15 de agosto de 1940, festividad de la Virgen de los Reyes, Pepe Luis Vázquez se doctoró en la Maestranza con un traje celeste y oro. Tuvo como padrino a Pepe Bienvenida y como testigo a Rafael Ortega “Gitanillo de Triana”. Sabiondo, número 99, negro, del hierro de Francisco Chica fue su compañero en este capítulo de su historia. El flamante diestro sevillano rodó a gran altura, pero la espada le traicionó el día en el que cumplía su sueño. Juan María Vázquez en su crónica del festejo para ABC manifestó que “erigido en la primera categoría, es Pepe Luis Vázquez, del barrio nuestro de San Bernardo, el torero íntegro desde la montera a las zapatillas, que columbramos en la becerrada inolvidable del 29 de mayo de 1937”.

El 20 de octubre se produjo la confirmación en Madrid envuelta en peculiaridades. La situación política de aquel momento llevó a torear a Pepe Luis junto con Marcial Lalanda y Rafael Ortega “Gallito” una corrida celebrada con motivo de la visita de Heinrich Himmler, oficial de la Alemania Nazi. Carmoneño, número 21, negro de Bernardo Escudero fue el toro que le tocó en suerte al diestro sevillano. Pero la lluvia otoñal comenzó a arreciar sobre la capital española y tras la muerte del tercer astado tuvo que suspenderse.

Pepe Luis forma un trío de ases junto con Antonio Bienvenida y Manuel Rodríguez “Manolete”. Tres toreros con cualidades distintas que entusiasmaban a un país que debía afrontar las penurias de la posguerra y el comienzo de una dictadura. En las dos temporadas siguientes, el diestro sevillano encabezó el escalafón con 68 y 83 festejos respectivamente. En el epílogo de esta última, obtuvo un importante triunfo en Madrid el día de la retirada de Marcial Lalanda. Las crónicas reflejaron la memorable tarde señalando a ambos como protagonistas. Pero el destino les aguardaba el inicio de una nueva etapa en la que el madrileño se convertiría en el apoderado de Pepe Luis Vázquez.

En 1943, con cerca de 40 corridas, recibió una cornada en la cara en la plaza de Santander que lo mantuvo en el dique seco hasta 1944. En los años venideros redujo el número de festejos en el que participó. Muchos pensaron que tuvo algo que ver que en la temporada del 44 sufriera una lesión ósea de la que tardó en recuperarse. En una de sus últimas entrevistas concedidas a Luis Nieto para Diario de Sevilla en 2011, aclaró que fue un acuerdo al que llegó con Lalanda de “que había que torear menos corridas y a mayor dinero”.

El nivel de Pepe Luis se mantuvo intacto año tras año, tanto en la campaña española como al otro lado del charco. Al final de la década de los 40 firmó en oro una de la hojas más importantes de su trayectoria. Llegó a Aranjuez un día de San Fernando junto con Conchita Citrón, Pepín Martín Vázquez y José María Martorell para estoquear toros de Carlos Núñez. Se trababa de un cartel con tintes polémicas y a la vez de expectación. Ninguno de ellos se había anunciado en San Isidro. El “concierto de Aranjuez” tuvo como instrumento a Manchonero. “Giraldillo” para ABC lo narró así: “fue el maestro insuperable, fundador, creador y recreador de una escuela, en la que la gente ve nada más que lo externo, la gracia que entra por los ojos profanos, sin llegar al fondo inmenso que este torero tiene, cabeza privilegiada, figura de época, en torno a la cual ha girado todo un modo de torear, que no diré que ha creado escuela porque lo que Pepe Luís hace es personal, con él nació y con él concluirá cuando felizmente para él se retire del toreo”.

En 1950 planeó el rumor de una posible retirada, acentuado después de que únicamente torease nueve festejos y dos de ellos fueron en Venezuela. Pero 1951 se convirtió en una de sus más gloriosas temporadas. Su paso por Madrid transcurrió triunfal y su faena a Misionero de Castilleja Higares quedaría para el recuerdo. Más tarde llegó Valladolid y se transformó en el escenario de la mejor faena de su trayectoria a ojos del propio Pepe Luis. En la entrevista antes de referida para ABC de 2002, contó que, con el toro de Marqués de Villagodio al que toreó muy despacio ese 17 de septiembre, sintió “una cosa muy especial. Estaba como en el limbo. Mejor dicho: no sabía dónde estaba”. Y como colofón, el 6 de octubre le dio la alternativa a su hermano Manolo en Sevilla. Un nuevo Vázquez llegaba y otro se iba, pues en los dos siguientes años solo toreó un festejo cada uno diciendo adiós el 29 de marzo de 1953 en Toledo.

En 1959 tomó la decisión de volver a los ruedos un 1 de mayo en Barcelona junto con Manolo Vázquez y Antonio Ordóñez. Pepe Luis estuvo a punto de cortar una oreja pero le faltó rematar con la espada. G. de Córdoba, que firmó la crónica de la revista El Ruedo, escribió que “el maestro toreó con esa gracia, ese duende y ese arte que Dios le ha dado, lo mismo con el capote que con la muleta; pero la espada en última instancia aminoró el éxito”. Sumó 19 festejos poniendo el broche a su carrera el 20 de septiembre en Madrid.

El mundo del toro se quedaba huérfano con la despedida de un toreo extraordinario que poseía una inteligencia suprema por la que se ganó el sobrenombre del “Sócrates de San Bernardo”, una técnica depurada y una prodigiosa naturalidad y estética. Era el máximo exponente de la escuela sevillana, aunque a él no creía en este concepto. Y un gran conocedor de la ganadería de Miura de las que lidió un total de 586 corridas y fue el matador que más toros de este hierro estoqueó en la Maestranza.

Posteriormente, se sucedieron numerosos reconocimientos por su trayectoria y su aportación a la Tauromaquia. En 1998 le concedieron la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes porque como rezaba en su justificación “ha sido un torero excepcional, y en su línea sevillana de garbo, gracia e inteligencia, acaso el más sobresaliente que ha conocido la afición española de los toros en cualquier tiempo”. El 11 de mayo de 2002 la Comunidad de Madrid colocó un azulejo en Las Ventas en su nombre con la inscripción de “la armonía, la belleza y la gloria en la historia de la tauromaquia”. Y en 2005 el más significativo. Con su popular “cartucho de pescao” se erigió su monumento frente a la Puerta del Príncipe y, desde 2006 está a la vera de la de su hermano Manolo. El legado de Pepe Luis sigue presente de la mano de su hijo Pepe Luis Vázquez y de su sobrino nieto Manolo.

El 19 de mayo de 2013 se apagó su llama pero la luz que desprendió sobre la Tauromaquia continúa viva. 

Sandra Carbonero

lunes, 9 de mayo de 2022

Escribano supera el reto

 

Foto: Arjona-Toromedia


Anunciarse con Miura no es cualquier cosas y menos si lo haces matando seis y en Sevilla. La apuesta de Manuel Escribano era como lanzar una moneda al aire. Pero los valientes arriesgan y más cuando no tienen nada que perder. En esta ocasión, salió victorioso. Puede que si nos quedamos con el resultado numérico no haya sido lo esperado. Lo verdaderamente importante fue la lección de pundonor y valor que dio.

El público mostró su admiración y respeto ante tal gesta nada más trenzar el paseíllo obligándolo a saludar bajo una sonora ovación.

La encerrona comenzó con un primer Miura que no resultó nada fácil pero con el que Escribano demostró mucha firmeza. Banderilleó con poder a “Velador”, que fue un toro con movilidad que poseía embestida irregular. La lidia de Manuel  fue impecable y solvente. La mató de una estocada.

Al segundo lo recibió a portagayola para continuar lanceándolo a la verónica frente chiqueros levantando al público de sus asientos. No dejó de ser menos vibrante el tercio de banderillas y el tercer par al quiebro y al violín. La intensidad no bajó en la primera serie. Después el Miura cambió de comportamiento y todo se vino abajo. Metió una estocada trasera.

“Aparcero” fue complicado de salida. El lío vino en banderillas cuando invitó a participar a José Chacón y a Fernando Sánchez. Tras dos excelentes pares de los hombres de plata, Manuel puso el tercero al quiebro junto a tablas salvándose de milagro de la tragedia. Después de este exigente tercio, el toro llegó sin fuelle a la muleta. A eso debemos sumarle que siempre llevaba la cara alta y que muletazo tras muletazo se quedaba cada vez más corto. Volvió a meter la espada a la primera.

Volvió a irse a portagayola en el cuarto. Es irreprochable la actitud de Escribano. A pesar de que en la primera parte no hubo triunfo por culpa de sus oponentes, él nunca se desmoralizó. Brindó a Morante de la Puebla, que se encontraba en el callejón. Estuvo voluntarioso y con oficio. “Palmero” pasaba por las telas derrotando y sin recorrido. Esta vez se atascó con los aceros.

Haciendo honor al dicho, no hubo quinto malo. Por fin Manuel pudo disfrutar. Compartió otra vez tercio de banderillas con Fernando Sánchez.  “Remontista” le ofreció embestidas profundas. Lo toreó con despaciosidad y ligazón por ambos pitones. Estuvo inteligente en el planteamiento de la faena y en la elección de los terrenos y las medidas. La espada cayó caída. El público pidió insistentemente la segunda oreja. El palco hoy decidió que no. Que la espada es requisito fundamental para la concesión de trofeos. Quizás un poco tarde. Si se hubiera dado cuenta el viernes con Roca Rey no hubieran sucedido los acontecimientos que terminaron por defenestrar a la Maestranza.

El último Miura lo recibió también a portagayola además de darle una larga cambiada en el tercio. Lo llevó galleando al caballo y protagonizó otro buen tercio de banderillas. El brindis final de la tarde fue para el futbolista del Betis Joaquín. Aunque Escribano lo pulseó y mimó porque no estaba sobrado de fuerzas, terminó parándose pronto.

 

Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de Abril. Más de tres cuartos de entrada.

Toros de Miura bien presentados y de juego desigual, destacando el quinto.

Manuel Escribano (blanco y oro): ovación con saludos, ovación con saludos, silencio, silencio tras aviso, oreja con petición de la segunda y ovación.

Saludaron en banderillas José Chacón y Fernando Sánchez.


domingo, 8 de mayo de 2022

Morante dinamita la Feria

 

Foto: Arjona-Toromedia


No pudo ser hasta el último toro de su feria cuando Morante explosionó con una de las faenas del ciclo y con, el que tal vez, ha sido el astado más bravo y con más emoción de los que han pisado estos días el albero maestrante. La única pena es que triunfó con un sobrero de Garcigrande y no de la anunciada Torrestreslla que tanta expectación había creado.

Morante dio una cal y otra de arena. En su primero revivió aquellas tardes amargas en las que las broncas le acompañaban. Ya no recordábamos que cuando no le gustaba un toro salía con espada en mano para finiquitar todo en un acto.

Cuando el telón se abrió nuevamente, la obra cambió nada más ver salir al sobrero de Garcigrande. José Antonio le formó un lío cuajándolo desde el primer momento. Diseñó una faena en un palmo de terreno. A diferencia de los anteriores, la música prendió tras la primera serie. Lo sometió por abajo, templando, con muletazos largos. Más profundos fueron por el pitón izquierdo. Toreando vertical con mucha naturalidad y torería. Firmó con una estocada. Tardó en caer “Ballestero” pero los tendidos eran un hervidero imposible de apagar. Los dos pañuelos asomaron y Morante dio la vuelta al ruedo con las dos orejas y una sonrisa compartida por todos.

Antes de eso, El Juli hizo una demostración de mando y técnica inventándose una faena con el tercero. Plasmó un bonito saludo por verónicas de mano baja, igual que el quite por chicuelinas. El de Torrestrella perdía las manos si le apretabas pero tiró de él hacia adelante conduciéndolo con temple. La faena fue a más. Logró incluso extraer dos buena tandas al natural por donde a priori no tenía ni una. Metió la espada pero precisó del uso del descabello y la petición no fue suficiente.

Cerró Juli la Feria con un animal sin fondo que brindó al ganadero Álvaro Domecq. Llegó al último tercio muy parado sin que el diestro madrileño pudiera hacer nada.

Manuel Perera recibió al toro de su alternativa de rodillas con el capote para seguir por verónicas. Del mismo modo inició la labor de muleta. No fue el toro soñado para un día tan especial. Tenía genio y siempre iba con la cara alta impidiendo el lucimiento. Era uno de esos que te piden el carné con experiencia y el extremeño acababa de sacárselo.

Perera  se fue a recibir a portagayola al sexto. Su padrino y su testigo se fueron hacia allí colocándose para socorrerlo en caso de peligro. Inició la faena en los medios de rodillas. “Carrasquero” no le ofreció ninguna facilidad. El toricantano le plantó cara a base de firmeza. Se tiró a matar a por todas y dejó estocada delanterita que provocó que el toro no cayera pronto y la petición fuera minoritaria.

 

Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de Abril. Cartel de “No hay Billetes.

Toros de Torrestrella, el cuarto como sobrero de Garcigrande, bien presentados y de juego desigual. Destacó el sobrero.

Morante de la Puebla (verde fosforito y azabache): pitos y dos orejas.

Julián López “El Juli” (caldera y oro): ovación con saludos tras petición y ovación.

Manuel Perera (purísima y oro): ovación y vuelta al ruedo tras petición y aviso. 

sábado, 7 de mayo de 2022

Sevilla toca fondo

 

Foto: Arjona - Toromedia


En las últimas ferias, los viernes se habían convertido en todo un espectáculo. Un día de triunfo asegurado y, tal y como va la el ciclo, la Puerta del Príncipe tenía todos los alicientes para abrirse. Aún recordamos el último viernes abrileño en la que Pablo Aguado se alzó como revelación. Fue unánime y rotundo. Lo de hoy en cambio ha sido de pena. Sevilla ha tocado fondo. Ya no existe el silencio y ni el respeto del público maestrante. Y mucho menos el conocimiento del que gozaban. Ahora los tendidos se han llenado de una generación que ocupa su asiento con un gin-tonic, que recarga en varias ocasiones durante el festejo, y que busca la mejor pose para su foto de Instagram. No les interesa la rigurosidad ni el rito. La suerte suprema para ellos no significa nada. Y encima parece que ni se enteran realmente de lo que pasa en el ruedo. Que les ponen delante caviar y se quedan con el chóped. En medio de todo este entablado hay otro problema. El palco presidencial, que debe ser el encargado de poner orden y en valor lo que acontece en el ruedo, utiliza varias varas de medir incluso en un mismo festejo y con un criterio de plaza de pueblo.

Emocionante fue el inicio de faena de Roca Rey al tercero por estatuarios inmóvil pasándoselo por la espalda. “Comilón” tuvo calidad y clase. El peruano lo citó desde largo y lo templó en las telas con la diestra. Por el pitón izquierdo le costaba mal, pero consiguió muletazos profundos bajándole la mano. Firmó con bernardinas ajustadísimas. Se tiró matar y dejo casi media estocada. El público pidió con fuerza la primera, que por ley se la debe de dar el presidente. La pañolada continuó insistiendo en un segundo trofeo. Aquí fue cuando erró y desató los sucesos posteriores. Su generosidad fue su penitencia.

La Puerta del Príncipe se le resiste a Andrés. La acaricia pero no remata. Se fue a los medios, echó rodillas en tierra y espero al Cuvillo con un cambio por la espalda. Duró un suspiro y se pegó un arrimón con un toro sin alma, pero lo que lo terminó volteando. Mató de una estocada y le pidieron la oreja. Después de lo anterior, el palco decidió que no había sido una faena merecedora del premio, que más allá del apéndice, era el que le permitía salir en volandas. La pregunta es, ¿por qué no tuvo ese criterio toda la tarde? Fue muy triste ver cómo ese público descrito con anterioridad lanzaba almohadillas al ruedo. Curro Romero vivía esas situaciones hace 30 años. Pero aquello eran broncas toreras y no un insulto a Sevilla.

La tarde comenzó con Morante parando el reloj del coso del Baratillo con el capote. Las campanas de la Catedral sonaban de fondo como si anunciaran que pasaría algo. ¿Y si fuese esta tarde? Muchos se lo pregunta cada día que torea José Antonio  en Sevilla. Cuatro Puertas del Príncipe en lo que iba de Feria y que aún se le resiste al de la Puebla del Río. El inicio fue bueno. Se llevó para fuera al toro con mucha torería. Los primeros compases fueron buenos, pero todo decayó demasiado pronto porque al Cuvillo le faltó empuje.

En el cuarto, quitó con bellos lances. Morante  homenajeó a Pepe Luis con el cartucho de pescao para ligar con dos naturales a cámara lenta. De esos que se perpetúan en el tiempo. Hubo pasajes de toreo excelso. Pronto se rajó y se fue a tablas, donde continúo enroscándose al toro. Metió una estocada trasera y cortó una oreja. No, no hubo petición para la segunda.

Juan Ortega saludó al segundo bis con lances encajados que no pudo rematar porque el toro le piso el capote. Apretó en varas y José Palomares aguantó y picó bien. Para el segundo encuentro, lo llevó galleando con chicuelinas de bella estampa. Replicó Roca Rey por chicuelinas y tafalleras muy jaleadas. Inició la faena muy templada por bajo con la pierna genuflexa y pase de pecho largo. La primera serie fue aún con más despaciosidad y con sabor. Tuvo calidad el sobrero pero se vino abajo de momento. Mató de una buena estocada.

Ortega se fue de la Feria sin puntuar. Eso sí, dejó detalles de toreo caro. Su último toro no tuvo transmisión y tampoco quiso romper hacia adelante. Volvió a matar de una estocada.

 

 

Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Feria de Abril. Cartel de “No hay billetes”.

Toros de Núñez del Cuvillo bien presentados y de juego desigual.

Morante de la Puebla (nazareno y oro): silencio tras aviso y oreja.

Juan Ortega (verde y plata): palmas y silencio.

Roca Rey (azul y oro): dos orejas y dos vueltas al ruedo tras petición.


jueves, 5 de mayo de 2022

Una breve historia

 

Diego Urdiales. Foto: Arjona - Toromedia



Después de tantas tardes continuadas de triunfos y triunfalismos, la de hoy se hizo muy cuesta arriba. Fue uno de esos días de comer pipas para no aburrirte. Salvo un goteo de toreo puro de Urdiales y una faena que rozó la oreja de Ureña, poca historia destacable sucedió para narrar.

Abrió plaza un toro falto de raza con el que Urdiales dejó detalles muy artísticos. Hubo par de naturales con verticalidad y torería. Rápido se rajó y se fue a por la espada.

Bellísimas y con despaciosidad fueron las verónicas que le dibujó Diego de recibo al cuarto. El riojano estuvo muy de verdad con el de García Jiménez, aunque no le permitió ser rotundo. “Filosofo” fue incierto en muchas ocasiones. Construyó la faena a base de tesón hasta alcanzar unos naturales de bello trazo. Sentenció con una estocada.

El segundo fue un toro con bravura y fijeza al que había que hacerle las cosas bien para que no protestara en la muleta. Cayetano tuvo pasajes de destacables, especialmente al natural. Se mostró seguro pero no terminó de cuajarlo para que la plaza estallara. Enterró los aceros hasta los gavilanes y hubo petición pero no fue atendida.

El quinto fue un mansito con el que Cayetano estuvo de más de menos porque siempre marcó su tendencia rajarse. El inicio fue bueno con la diestra por donde no le obligó. Pero tan solo quedó todo en esas dos tandas, ya que en la tercera le obligó y se fue a tablas.

Paco Ureña saludó al encastado primero por verónicas ganándole terreno. Aunque le hizo las cosas bien, no terminó de encontrar el lucimiento al perder continuamente las manos. Expuso mucho ante una embestida irregular hasta que fue volteado feamente. Como epílogo, plasmó una buena serie que tuvo mucha emoción. Cuando se disponía a matar, escuchó el primer aviso. El animal tardó en caer y sonó un segundo.

Con el que cerraba plaza estuvo muy firme. El de Matilla tenía comportamiento noblote e irregular. Por el pitón derecho hubo más acople y  dibujo varias series con temple. El natural se mostró asentado con un animal ya más parado. Mató de una estocada y le pidieron la oreja pero el presidente no se la concedió.

 

Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de Abril. Más de media de entrada.

Toros de Hermanos García Jiménez de escaso juego.

Diego Urdiales (verde y oro): silencio y ovación.

Cayetano (rosa y oro): ovación con saludos tras petición y silencio.

Paco Ureña  (catafalco y oro): ovación tras dos avisos y ovación tras petición. 


Y ya van 7

 

Foto: Arjona-Toromedia

El binomio Garcigrande y El Juli es sinónimo de éxito. Quién no recuerda aquel 16 de abril de 2018 cuando junto a “Orgullito” hicieron historia. Los aficionados de Sevilla no han olvidado aquella tarde y por eso ya había un runrún en los tendidos presagiando un triunfo grande.

Esos que dicen que abrir cartel en la Maestranza es un hándicap es porque no saben de lo que es capaz Julián. Reventó la plaza en el primer toro con total facilidad. Dejó detalles muy toreros en el recibo de capa a este animal para después quitar por chicuelinas templadas. Hasta la misma boca de riego se fue a iniciar la faena de muleta. Juli lo condujo con mucha suavidad y con su técnica prodigiosa logró que “Ofiverde” rompiera hacia adelante. Por el pitón izquierdo lo toreó con mucha naturalidad. Le siguieron tandas por la diestra con muletazos larguísimos por abajo aprovechando la humillación del animal para terminar enroscándoselo en la figura. Mató de una estocada algo trasera y paseó las dos orejas.

La Puerta de los sueños la tenía entreabierta. ¿Quién iba a poder detener al Juli? "Etrusco" salió distraído y le costó fijarse en el capote. El de Velilla de San Antonio volvió a irse al centro del platillo a por él para instrumentarle un ramillete de verónicas. Allí comenzó también la faena de muleta en redondo con la rodilla en tierra y un cambio de manos con el que paró el tiempo e hizo sonar la música. Fue el propio Julián  el que le imprimió ritmo y hondura a los muletazos. Al natural lo llevo cosido a las telas. El público estaba con el corazón en vilo esperando la estocada. El primer intento fue fallido, pero al segundo la dejó, poblándose los tendidos de pañuelos.

El Juli conseguía su séptima Puerta del Príncipe convirtiéndose en el torero qué más veces ha salido en volandas de la Maestranza.

Manzanares se estiró a la verónica para saludar al segundo. "Napolitano" fue un toro con genio que tenía un buen pitón derecho por el que humillaba y  tenía clase, mientras que por el izquierdo era más sosito. José Mari intentó domeñar la embestida en las primeras series con la diestra. Avanzada la faena, fue cogiéndole el ritmo. La última serie fue la más rotunda, rematada con un largo pase de pecho. Algo poco habitual en él, pero en está ocasión falló varias veces con los aceros.

Con el quinto Manzanares no se sintió a gusto al principio de la faena. Basó su labor por el pitón derecha dejando detalles. La última serie, antes de irse a por la espada fue la de mayor intensidad. La música sonó en ese momento, obligándole a instrumentar otra más. Metió la espada y cortó la oreja.

Pablo Aguado recibió al tercero con templados lances a "Ingrato", que hizo honor a su nombre. El tercio de varias fue complicado y la lidia desastrosa. El de Garcigrande tuvo una embestida informal e hizo cositas de mansito. El sevillano se mostró voluntarioso. Al final terminó por rajarse y con la espada se atascó.

Con el que cerraba plaza lo bordó con el capote. Hubo un lance con una gran despaciosidad. Los primeros compases de la faena estuvieron cargados de torería. Aguado  lo intentó pero se topó con un mansito que le impidió que su labor levantara vuelo.


Ficha del festejo:

Plaza de la Real Maestranza de Caballería. Feria de Abril. Cartel de "No hay Billetes".

Toros de Domingo Hernández (1°, 2° y 6°) y Garcigrande (3°, 4° y 5°) bien presentados, destacando primero y segundo. 

Julián López "El Juli" (frambuesa y oro): dos orejas y oreja.

José María Manzanares (burdeos y azabache): silencio tras aviso y oreja.

Pablo Aguado (sangre de toro y azabache): silencio tras aviso y ovación.

 

Saludaron en banderillas Mambrú e Iván García.

 


martes, 3 de mayo de 2022

Y queda una para San Miguel

Foto: Arjona-Toromedia


A las seis y media de la tarde, puntual como el rito taurino, volvió a aparecer la lluvia sobre el coso del Baratillo. Dicen que bajo la lluvia surgen grandes faenas y triunfos. Ayer lo vivimos. La gran diferencia fue que Victoriano del Río  llevó un encierro interesante, con matices y con tres toros destacados. De la corrida de Juan Pedro no podemos decir lo mismo. No se ha salvado ni uno del desastre. Y en cuanto los de Parladé, algunos pensarán que mejoró la cosa al ver el resultado de los espadas. Álvaro Lorenzo y Ginés Marín cortaron un trofeo cada uno, incluso al primero le pidieron el segundo. El problema está en el valor que le otorguemos a estos apéndices (con mayor incidencia en el de Lorenzo) si contextualizamos que se trata de la Maestranza.

Algo que echamos de menos la tarde de la Puerta del Príncipe de Daniel Luque es su buen toreo de capote. Hoy sí pudimos disfrutar de él cuando recibió al primer Juan Pedro. El torero de Gerena estuvo por encima de su oponente. Se mostró muy firme e incluso templó a un animal que embestía con la cara alta y que estaba falto de bravura. En el epílogo se acabó metiendo entre los pitones de “Sabalero”, al que mató de un buen espadazo.

No pudo refrendar tampoco el éxito de su anterior compromiso con el cuarto toro. Lo que sí volvió es a dar una lección de raza y entrega. El astado no le regaló ni una embestida. Luque se la jugó a carta cabal pegándose un auténtico arrimón como si fuera un torero que empieza necesitado de triunfo. Metió la espada y hubo petición de oreja.

Álvaro Lorenzo tuvo el bonito gesto de brindar a sus dos compañeros de cartel el segundo de la tarde. El problema fue que “Tinajero” era un toro bruco y desclasado. Tomaba la muleta soltando la cara y echando las manos por delante. El toledano sorprendió a base de temple, especialmente al natural, por donde tenía más clase. Plasmó una faena meritoria que no terminó de calar por la falta de transmisión del animal.

El de Parladé dio esperanzas para que remontara la tarde. Álvaro Lorenzo es un joven torero con proyección necesitado de un triunfo en una plaza importante para engancharse a las ferias. De momento, en Sevilla dejó detalles, aunque sin llegar a rematar, y está anunciado en Madrid. Se encontró con “Puntero”, un toro con fijeza y humillación por el pitón derecho. El inicio de faena por bajo y con hondura tuvo mucha vibración, haciendo incluso sonar la música. Esos pasodobles de los que nos están privando demasiado esta Feria por el criterio del director de la Banda de Tejera. La emoción decayó pronto cuando toreó al natural, ya que por ahí el toro no era igual. Y aún así la música continuó. Las bernardinas finales y la estocada hicieron que el público volviera a caldearse y pidiera la oreja.

Ginés Marín se topó con un Juan Pedro imposible para el triunfo. Sin fondo y deslucido. Estuvo voluntarioso pero no pudo lucirse.

Ginés estuvo por encima del Parladé que cerró la tarde. Estuvo inteligente en la elección de los terrenos y en la construcción de la faena. A diferencia de su hermano anterior, este no fue nada fácil y tampoco estaba sobrado de casta. Tragó mucho el extremeño porque el animal salía desentendido del muletazo. Marín estuvo dominador y en cuanto su oponente se sintió podido se quiso ir a tablas. Fue precisamente ahí donde lo pulseó conduciéndolo al natural. Firmó la labor por bernardinas junto a una estocada que le valieron para cortar la oreja.

 

Ficha del festejo:

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de Abril. Más de media entrada.

Toros de Juan Pedro Domecq y Parladé (5º y 6º) bien presentados, deslucidos en general.

Daniel Luque (blanco y oro): ovación con saludos tras petición y ovación con saludos tras petición.

Álvaro Lorenzo (gris plomo y oro): silencio y oreja.

Ginés Marín (nazareno y oro): silencio y oreja.


Se llama Tomás Rufo y ya es torero de Sevilla

 

Foto: Arjona-Toromedia


En la mañana sevillana había reinado el sol. Cuando trenzó el paseíllo la terna, la Maestranza se tornó gris y una lluvia torrencial se hizo protagonista. Entre el tumulto y la algarabía que se adueñó, se escuchaba una misma pregunta: “¿Quién es ese Tomás Rufo? Nunca lo he visto”.

Pues miren, yo les cuento quien es.

Tomás Rufo es un torero que tiene cualidades para ser uno de los elegidos a ser llamados figura del toreo. Dejó detalles de su buen toreo con el capote en el saludo al tercero. Su carta de presentación había sido un quite por chicuelinas al toro anterior de Roca Rey. Tomás dejó patente desde el primer minuto que tenía motivos suficientes para estar anunciado Sevilla. Desde la primera tanda caló en los tendidos. Dibujó muletazos con temple y hondura por la diestra. Al natural, bajó el vuelo de la faena porque el de Victoriano del Río no respondía igual. Se tiró a matar de verdad. Enterró la espada hasta la empuñadura y dejó rodado al astado. Los pañuelos florecieron y cortó una oreja.

Pero no acabó todo aquí. Lo mejor del chico desconocido de Talavera de la Reina estaba por llegar.

Bajo ya el sol brillando, Tomás Rufo cinceló verónicas a cámara lenta rematadas con una media extraordinaria. Colocó con mucha elegancia y temple al toro en el caballo. Se fue a brindar con un público que estaba muy con él. Rufo es un torero con un gran sentido del temple y buen conocedor de los terrenos. Se encontró con “Jaceno”, un torero con clase y humillación. Tomó la muleta con la zurda y selló naturales largos y templados. Lo llevó metido, tapándole la salida porque siempre miraba para irse a tablas. Con la diestra también firmó muletazos de calidad. Supo aprovechar hasta la última embestida. El runrún estaba ya en el ambiente y él era conocedor que una estocada le daría la llave para abrir la puerta de los sueños. Se tiró a cara o cruz. Entonces se vivieron momentos angustiosos al ser cogido. Sus compañeros se lo llevaron para dentro, pero volvió a salir al ruedo y volvió a tirarse con todo a matar. Tras una estocada, de nuevo certera, la Maestranza se llenó de pañuelos y gritos de “¡torero!”. Por la presidencia asomaron los dos pañuelos. La Puerta del Príncipe era un premio de ley. 

Tomás Rufo entró en la plaza siendo un desconocido para muchos y salió siendo torero de Sevilla.

Pero hay mucho más que contar, porque ese torero que sí conocía todo el mundo, El Juli, proyectó una gran dimensión e, incluso, dio una lección magistral.

Cuando Julián saludó por verónicas al que abrió plaza, los asistentes estaban intentando refugiarse. Después del tercio de banderillas, el toro se quedó junto al tendido 11. Hasta allí se fue y doblándose con él se lo llevó hacia fuera. El viento molestaba en esos terrenos, descubriéndolo en más de una ocasión.  El de Victoriano del Río estaba falto de casta y era sosito, pero Juli lo terminó metiendo en la muleta. Lo empujó hacia adelante y hubo varias series meritorias. Entró a matar cuando por el horizonte se dibujaban los relámpagos, pero falló con los aceros. 

El cuarto salió sueltecito. El Juli se fue a por "Forajido" al centro del platillo para instrumentarle un ramillete de verónicas. Quitó por chicuelinas a pies juntos. El lío ya se olía desde el tercio de banderillas. Julián  aguardaba ansioso a que terminaran con la montera en la mano. Pinceló una faena de mando y temple. Toreando para él. Desmayado. Cimentó la obra en unos pocos terrenos, en los que la inició toreando en redondo con la pierna genuflexa. Después de eso, brotaron muletazos profundos con despaciosidad. Le bajó tanto la mano que acarició el albero con la muleta. Era una faena de dos orejas, lástima que la espada cayera trasera y solo paseara una.

El otro torero de la terna y querido en Sevilla, Roca Rey, estuvo también a punto de cortar oreja.

“Ebanista”, que saltó al ruedo en segundo lugar, fue veloz al caballo de José Manuel Quinta, donde empujó en las dos ocasiones. A dos pies e inmóvil esperó al toro. Puso al público en pie con un pase cambiado. Se mostró muy firme sacando muletazos de uno en uno, pero sin terminar de romper. Lo hizo con una serie en redondo con la diestra que fue la más rotunda. El toro se rajó y optó por el arrimón. Concluyó por bernardinas. Tenía cortada la oreja pero el toro tardo en caer.

A la salida del quinto, después de ver las orejas de sus compañeros, Roca Rey no quería dejarse ganar la pelea. “Duende”, otro animal de famosa reata en esta ganadería, embestía humillando pero tenía muchas teclas. Fue una faena con altibajos. Las cotas más altas fueron al final cuando le apretó con la izquierda. El remate por luquesinas con una quietud inquebrantable tuvo mucha emoción. Dejó una estocada desprendida que precisó de verduguillo y perdió otra posible oreja.

Qué diferente hubiera sido ver a los de Victoriano del Río con esta terna sin la lluvia.  

 

Ficha del festejo:

Plaza de la Real Maestranza de Sevilla. Feria de Abril. Cartel de "No hay Billetes".

Toros de Victoriano del Río bien presentada y de buen juego en general. 

Julián López "El Juli' (azul azafata y oro): silencio y oreja.

Roca Rey (tabaco y oro): ovación con saludos y  ovación tras  dos avisos.

Tomás Rufo (rioja y oro): oreja y dos orejas.

 

Fue ovacionado el picador José Manuel Quinta en el segundo.