Foto: Arjona-Toromedia |
A
las seis y media de la tarde, puntual como el rito taurino, volvió a aparecer
la lluvia sobre el coso del Baratillo. Dicen que bajo la lluvia surgen grandes
faenas y triunfos. Ayer lo vivimos. La gran diferencia fue que Victoriano del Río llevó un encierro
interesante, con matices y con tres toros destacados. De la corrida de Juan Pedro no podemos decir lo mismo.
No se ha salvado ni uno del desastre. Y en cuanto los de Parladé, algunos pensarán que mejoró la cosa al ver el resultado de
los espadas. Álvaro Lorenzo y Ginés Marín cortaron un trofeo cada
uno, incluso al primero le pidieron el segundo. El problema está en el valor
que le otorguemos a estos apéndices (con mayor incidencia en el de Lorenzo) si contextualizamos que se
trata de la Maestranza.
Algo
que echamos de menos la tarde de la Puerta del Príncipe de Daniel Luque es su buen toreo de capote. Hoy sí pudimos disfrutar
de él cuando recibió al primer Juan
Pedro. El torero de Gerena estuvo por encima de su oponente. Se mostró muy
firme e incluso templó a un animal que embestía con la cara alta y que estaba
falto de bravura. En el epílogo se acabó metiendo entre los pitones de “Sabalero”,
al que mató de un buen espadazo.
No
pudo refrendar tampoco el éxito de su anterior compromiso con el cuarto toro.
Lo que sí volvió es a dar una lección de raza y entrega. El astado no le regaló
ni una embestida. Luque se la jugó a
carta cabal pegándose un auténtico arrimón como si fuera un torero que empieza
necesitado de triunfo. Metió la espada y hubo petición de oreja.
Álvaro Lorenzo tuvo
el bonito gesto de brindar a sus dos compañeros de cartel el segundo de la
tarde. El problema fue que “Tinajero” era un toro bruco y desclasado. Tomaba la
muleta soltando la cara y echando las manos por delante. El toledano sorprendió
a base de temple, especialmente al natural, por donde tenía más clase. Plasmó
una faena meritoria que no terminó de calar por la falta de transmisión del
animal.
El de
Parladé dio esperanzas para que remontara
la tarde. Álvaro Lorenzo es un joven
torero con proyección necesitado de un triunfo en una plaza importante para
engancharse a las ferias. De momento, en Sevilla dejó detalles, aunque sin
llegar a rematar, y está anunciado en Madrid. Se encontró con “Puntero”, un
toro con fijeza y humillación por el pitón derecho. El inicio de faena por bajo
y con hondura tuvo mucha vibración, haciendo incluso sonar la música. Esos
pasodobles de los que nos están privando demasiado esta Feria por el criterio
del director de la Banda de Tejera. La emoción decayó pronto cuando toreó al
natural, ya que por ahí el toro no era igual. Y aún así la música continuó. Las
bernardinas finales y la estocada hicieron que el público volviera a caldearse
y pidiera la oreja.
Ginés Marín se
topó con un Juan Pedro imposible para
el triunfo. Sin fondo y deslucido. Estuvo voluntarioso pero no pudo lucirse.
Ginés estuvo por encima del
Parladé que cerró la tarde. Estuvo
inteligente en la elección de los terrenos y en la construcción de la faena. A diferencia
de su hermano anterior, este no fue nada fácil y tampoco estaba sobrado de
casta. Tragó mucho el extremeño porque el animal salía desentendido del
muletazo. Marín estuvo dominador y
en cuanto su oponente se sintió podido se quiso ir a tablas. Fue precisamente
ahí donde lo pulseó conduciéndolo al natural. Firmó la labor por bernardinas
junto a una estocada que le valieron para cortar la oreja.
Ficha
del festejo:
Plaza
de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de Abril. Más de
media entrada.
Toros
de Juan Pedro Domecq y Parladé (5º y 6º) bien presentados,
deslucidos en general.
Daniel Luque (blanco
y oro): ovación con saludos tras petición y ovación con saludos tras petición.
Álvaro Lorenzo (gris
plomo y oro): silencio y oreja.
Ginés Marín (nazareno
y oro): silencio y oreja.
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