Foto: Arjona-Toromedia |
El
sábado del pescaíto la Maestranza acogía una corrida de toros puramente
extremeña. Por el percance sufrido de Emilio
de Justo en Madrid, se quedó el mano a mano de los Victorino entre Antono Ferrera
y Miguel Ángel Perera.
“Pobrecillo”
saltó al ruedo en primer lugar entre bajo una ovación. Ferrera lo esperó con un capote azul de seda para torearlo a la
verónica. Espectacularidad y torería se vivió en el tercio de banderillas de José Chacón y Fernando Sánchez. Con la pierna genuflexa y con temple se lo llevó
hacia los medios. El extremeño se echó la muleta a la zurda y pegó una buena
primera tanda con muletazos largos. Quiso llevarlo siempre metido en la muleta
pero le faltó empuje. Por el lado derecho se quedaba corto y cabeceaba. Sabía
que la faena no podía alcanzar altos vuelos y acabó metido entre los pitones.
El
tercio de varas del tercero duró demasiado. Desde lejos colocó Ferrera a “Director” para que fuera al
caballo, pero no quiso ni verlo. Se fue al mismo centro del ruedo para intentar
hacerle faena. Lo cuidó mucho, dándole sus tiempos. Cuando cogió la muleta por
el pitón izquierdo, embistió más reunido. Antonio
les imprimió temple y hondura a los naturales. Le puso todo hasta la chispa
que le faltó al toro. Entró a matar con su peculiar estilo de llegar andando.
Enterró los aceros hasta dentro sin que le ayudara el animal.
Al
quinto lo recibió con una docena de verónicas en las que “Pobrecito”, hijo de “Cobradiezmos”,
metió la cara con humillación, ritmo y clase. El tercio de varas tuvo mucha
emoción. Se fue de largo al caballo empleándose. Ferrera invitó a Joaquín,
jugador del Betis, a salir al ruedo para brindarle la faena. El Victorino era de lío indudablemente y
el extremeño fue a por todas. Estuvo entregado toda la tarde, pero con este
toreó con una expresión dormida. Sonó pronto el pasodoble de Dávila Miura que acompañó una faena de
bella factura. Lo cuajó por ambas manos. Con la diestra, hubo series de con
muletazos estéticos. Siguieron naturales con mucha profundidad. Hubo uno con el
que remató y paró el tiempo. Quiso entrar a matar con su ya comentada peculiar
suerte pinchando y siendo prendido. Al segundo intento, mientras sonaba el
primer aviso, entró la espada. “Pobrecito”, otro buen toro de Victorino, caía rodado mientras la
emoción se reflejaba en la cara de Antonio.
El presidente solo concedió una oreja mientras el público le pedía la segunda. Entre
tanta confusión, se olvidó en sacar el pañuelo azul y Ferrera dio dos vueltas al ruedo.
Miguel Ángel Perera no
tuvo la suerte de su lado. “Mosquetón” fue un Victorino que acusó la falta de raza desde que salió. Miguel Ángel Perera no pudo hacer nada
frente a un animal que llegó parado al último tercio y optó por abreviar.
Al
igual que sus hermanos anteriores, a “Portezolano” le faltó casta y
transmisión. Perera pretendió tirar
de él hacia adelante pero tenía una embestida bobalicona que causaba de todo
menos miedo.
Miguel Ángel Perera al
final pudo redimirse con el sexto. “Buenacara” era otro ejemplar con buenas
cualidades. Lo pulseó y lo templó desde la primera serie. Cuando estaba en el
apogeo de su faena fue cogido de fea manera por la espalda. Se repuso y
continuó en la cara del animal. Por el pitón, izquierdo le costaba más pero
terminó montándose encima de él. Mató de una estocada y el público le pidió la
oreja pero todo quedó en una ovación.
Ficha
del festejo:
Plaza
de toros de la Real Maestranza de Sevilla. Feria de Abril. Tres cuartos de
entrada.
Toros
de Victorino Martín, bien
presentados, de juego desigual, destacando el 5º toro.
Antonio Ferrera (blanco
y oro): silencio tras aviso, vuelta tras petición y oreja tras petición y dos
vueltas al ruedo.
Miguel Ángel Perera
(grana y oro): silencio, silencio y ovación tras petición.
Saludaron
José Chacón y Fernando Sánchez tras
banderillear al primero.
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