Lo mejor: El sentimiento del toreo. El toreo es un sentimiento que
cuando florece te arrebata. Te hace levanta de tu asiento mientras tu corazón
se estremece al compás de los olés. Eso mismo ocurrió esta tarde en la
Maestranza cuando Manzanares paró el tiempo en un cambio de mano. Y el de
Alicante demostró que no fue casualidad y lo repitió. Toreó con tal
despaciosidad que la plaza vibró y crujió. Dibujó naturales bellos y con mucha torería.
Las orejas estaban en sus manos, sin ninguna duda. Se perfiló para entrar a
matar recibiendo, pero pinchó antes de meter la espada. Los tendidos se poblaron
de pañuelos blancos pidiendo los trofeos. Y entre el griterío y la emoción,
Manzanares se tuvo que conformar con pasear una oreja entre el clamor popular.
Sebastián Castella sí consiguió lo
que José María no pudo. El francés siempre ha soñado con entrar de verdad en
Sevilla. Hoy ha sido ese día. Salió con una gran actitud al ruedo. Lo cruzó y
se colocó de rodillas frente a chiqueros. Tras la portagayola, vino un
ramillete de verónicas muy templadas. El don del templó volvió a hacer acto de
presencia en el quite por cordobinas. Ya olía a lío gordo. Castella toreó con
mucha suavidad por ambos pitones. Relajado y roto, se entregó por completo en
la mejor faena que ha realizado en el coso del Baratillo.
Estas dos historias tuvieron otros
dos protagonistas Discreído y Adulador, que saltaron en 1º y 5º lugar.
Dos importantes ejemplares de Olga Jiménez, que gracias a sus cualidades,
Castella y Manzanares pudieron tallar sus obras.
Lo peor: Querer y no poder. Cuando salió el cuarto, Castella y el
público fantaseaban con la idea de conseguir “la llave” para abrir la Puerta
del Príncipe. El animal de Hermanos Sampedro no se lo puso nada fácil, pero se
metió entre los pitones y apostó por él. Tenía una oreja, justita, en sus
manos. Todo dependía de la suerte suprema. Pero la moneda cayó del lado
equivocado y tras dos pinchazos, el ilusión se diluyó.
López Simón corrió menos suerte con
su lote. Al de Barajas no se le puede reprochar que no lo intentara. Que no se
pusiera delante como si no hubiera mañana. Pero hay tardes que es imposible
triunfar y más si te enfrentas a dos figuras que ya lo habían dado todo antes.
El debate está en la calle. Se
habla de toros y de toreros. Se habla de Tauromaquia. Hoy, una oreja de más o
de menos no importa después de todo lo sentido en la plaza. Porque el toreo es
sentimiento.
Publicado en Portal Taurino el 25 de septiembre de 2016
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